Redes, conflicto y poder en la revolución tecnológica

La revolución de la información está reconfigurando de manera profunda las estructuras sociales y la naturaleza misma del conflicto. Para la militancia es necesario pensar y debatir sobre estas cuestiones porque impactan de forma directa sobre la planificación de una estrategia correcta.

Al favorecer la proliferación de formas de organización en red, la revolución tecnológica erosiona los pilares de las jerarquías tradicionales y redistribuye el poder hacia actores más flexibles, descentralizados y transnacionales. Esta transformación atraviesa todos los dominios del conflicto —desde el campo militar hasta los movimientos sociales y el crimen organizado— y habilita nuevos modos de confrontación, como la netwar y el swarming, que desafían la capacidad de respuesta de los Estados y sus instituciones.

1. Ascenso de las redes, declive de las jerarquías

La revolución de la información otorgó a la forma de red un poder organizacional inédito. Las tecnologías digitales permiten conectar y coordinar nodos dispersos con una facilidad nunca vista, impulsando la emergencia de redes complejas después de siglos dominados por tribus, jerarquías e instituciones de mercado.

Este proceso implica una verdadera migración del poder: actores no estatales —desde ONG hasta agrupaciones extremistas— pueden organizarse en redes multiorganizacionales amplias y flexibles, mientras las estructuras estatales permanecen ancladas en lógicas verticales. Quien logre dominar la forma de red obtiene ventajas estratégicas decisivas.

La expresión más sofisticada de este modelo es la red de todos los canales (all-channel network), una matriz en la que cada nodo se conecta con todos los demás. Históricamente difícil de sostener, hoy se expande gracias a tecnologías que potencian la colaboración y la circulación permanente de información.

Este desplazamiento ya modifica organizaciones establecidas. En el mundo corporativo se expresa en el “aplanamiento” organizacional, la eliminación de niveles intermedios de gestión. En el ámbito militar y estatal, obliga a experimentar con híbridos entre jerarquías y redes para enfrentar adversarios que operan con estructuras fluidas y distribuidas.

Gráfico con tipología de redes, centralizada, descentralizada, distribuida

2. El conflicto en la era de la conexión permanente

La capacidad de coordinación que habilitan las redes da lugar a formas de conflicto más difusas, no lineales y difíciles de contener. Dos conceptos resultan centrales: netwar y swarming.

Netwar: conflicto en red

La netwar es un tipo de confrontación que opera por debajo del umbral de la guerra tradicional y que adopta estructuras y estrategias propias de la era digital.

  • Fuerzas retardatarias: redes violentas de actores no estatales —como el neofascismo o el crimen organizado transnacional— que se articulan en estructuras laxas y reticulares, capaces de coordinar acciones entre individuos y células dispersas. Su flexibilidad y adaptabilidad los vuelve extremadamente difíciles de derrotar.
  • Fuerzas transformadoras: redes sociales y movimientos de la sociedad civil que utilizan estas mismas lógicas para promover derechos, democratización y presión política. Desde el zapatismo e los 90s, que pasó de una insurgencia clásica a una netwar social, o la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres, son ejemplos paradigmáticos.

Swarming: ataques en enjambre

El swarming, o ataque en enjambre, se basa en golpear desde múltiples direcciones de forma simultánea, apoyándose en flujos veloces de información. Solo la revolución digital hizo viable esta lógica, al permitir la autonomía táctica de unidades pequeñas conectadas entre sí.

Su aplicación es transversal:

  • En el ámbito social, las protestas de Seattle (N30) mostraron cómo activistas coordinados por redes y teléfonos móviles pueden desbordar a las fuerzas estatales.
  • En el ámbito militar, doctrinas como BattleSwarm proponen eliminar niveles organizativos por encima de la compañía para desplegar unidades pequeñas, móviles y altamente informadas.

3. Los cinco niveles de la efectividad en red

La potencia de la organización en red no depende solo de la tecnología. Requiere una articulación coherente de cinco niveles:

  1. Organizacional: diseños en red (all-channel o celular), autonomía táctica y logística distribuida. El swarming combina estrategia centralizada con tácticas descentralizadas.
  2. Social: lazos personales sólidos —amistad, confianza, experiencias compartidas— que sustituyen la autoridad jerárquica. Redes como al-Qaeda se cohesionan mediante vínculos religiosos y de parentesco.
  3. Tecnológico: comunicaciones densas y fluidas —Internet, correo electrónico, telefonía móvil— que permiten coordinar actividades dispersas y sostener operaciones distribuidas.
  4. Doctrinal: principios compartidos que guían la acción sin necesidad de mando central, como el swarming o la “resistencia sin líder”.
  5. Narrativo: historias que dan identidad, sentido y misión a la red. La “batalla por el relato” se vuelve tan importante como la confrontación material.

La revolución de la información no solo introduce herramientas nuevas: transforma las condiciones organizativas del poder. Obliga a actores estatales, sociales y criminales a adoptar estructuras planas, adaptables y fuertemente interconectadas. En este nuevo ecosistema, la netwar y el swarming redefinen el conflicto contemporáneo, tensionan las viejas jerarquías estatales y reconfiguran la disputa por la hegemonía en un terreno donde lo decisivo ya no es solo la fuerza física, sino la capacidad de construir redes, sostener narrativas y actuar con velocidad en el espacio informacional.

Flyer sobre redes y estrategia en la revolución tecnológica de Viento Sur

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