Recuperar el fuego que construye futuro
Hoy no es un día para el festejo melancólico sino un nuevo compromiso de lucha. En un contexto de resistencia y de un presente que nos interpela, la figura de la militancia se erige, una vez más, como la columna vertebral de cualquier proyecto emancipador. Donde hay un o una militante, hay futuro, organización, lucha. Donde hay militancia, hay sueños. Donde hay militancia, hay política en su sentido más profundo y vital.
Al gran pueblo argentino
La historia de nuestro país está plagada de ejemplos. En los momentos más duros, de manera silvestre y subterránea, flocieron personas y colectivos que, desde el anonimato, mantuvieron encendida la llama de la lucha por un país mejor. Eso está pasando, ahora. La tarea urgente es recuperar la iniciativa. No hay tiempo para esperar órdenes ni estructuras perfectas. La convocatoria es a la acción, aquí y ahora, en los términos que sean posibles: en lo individual, en pequeños grupos. No importa el tamaño, importa el fuego.
Salgamos a pintar, caminemos el barrio, entremos a un servidor de Discord para agitar, pasemos por las aulas a plantarnos, generemos contenido para redes, armemos recitales, leamos bocha, charlemos, programemos plataformas digitales autónomas, peguemos afiches en la parada del bondi, hablemos con esa gente que estuvo cerca y que la necesitamos, hagamos un stencil, juntemos gente y propongamos acciones. Todo. Cada uno con lo que sabe, donde está. No pidamos permiso.
Todo eso, ese hacer aparentemente disperso y anónimo, es lo que construye el futuro. En Argentina siempre es así. Se construye desde abajo, de manera subterránea, y de repente, de nuevo, el pueblo es el protagonista.
El protagonismo popular es la clave. No la rosca, la mesa chica, la política pedorra. La salida es la política de masas, la democracia radicalizada, la horizontalidad y la autonomía.

La militancia que queremos ser
Frente a este horizonte, el militante encarna una serie de convicciones y prácticas:
- Pensar otra argentina posible. Soñemos a lo grande, volvamos a disputar el sentido ¿Acaso no hay que dar vuelta como una media este país? La principal responsabilidad del revolucionario es no renunciar jamás a pensar la revolución. Pesimismo de la inteligencia, duro, al hueso.. Pero optimismo de la voluntad, siempre. Basta de arrancar perdiendo.
- No claudicar ideológicamente: El militante debe tener la firme convicción de que detener la lucha ideológica es una acción reaccionaria e inútil.
- Proponer, no solo señalar: Debe mostrar una calidad política y humana al no conformarse con solo señalar errores, sino ofrecer alternativas y soluciones.
- Reflexión y acción unidas: La participación en la resistencia debe ir acompañada de la reflexión para evitar repetir errores. Clave. Pensamiento crítico, autocrítica, formarnos, pensar. Pero cuidado: la reflexión sin acción concreta degenera en impotencia y derrotismo.
Una estructura en red para la resistencia y volver a avanzar
La organización en estos tiempos tiene que basarse en grupos reducidos e independientes, con una gran autonomía táctica, rescatando la «integralidad» del cuadro individual. Su nexo principal no es la obediencia funcional, sino la unidad por la doctrina y los principios compartidos. Es una cualidad de la etapa que las nuevas tecnologías han terminado de definir. Por supuesto, será necesario darse una estrategia de poder común que a mediano o largo plazo pueda encauzar la voluntad colectiva, pero en este momento hay mucho para hacer y los formatos de enjambre, uniendo a todos los grupos y militantes que hay dispersos en el territorio nacional sería un cambio político que cambiaría el escenario actual y la correlación de fuerzas.
El militante es un referente ético y político, cuya autoridad moral nace de su trayectoria y su conducta en la práctica social. Es la imagen de la organización ante las masas. Su formación es integral: doctrinaria, técnica y, fundamentalmente, en una moral revolucionaria. Esta moral –con valores como la honestidad, la modestia, la austeridad, el espíritu de sacrificio, la tenacidad y la iniciativa– no se aprende de memoria; debe hacerse carne a través de una prolongada práctica crítica.
El campo de batalla es múltiple
El quehacer del militante se despliega en el trabajo de base, impulsando la democracia interna, luchando contra el sectarismo y vinculando las luchas barriales, sindicales y estudiantiles. Incorporando nuevas demandas de los sectores informales, de colectivos ecologistas, tecnológicos. Nuevas mayorías sociales en una nueva síntesis histórica. Su tarea es asegurar que la organización sea un instrumento de lucha permanente y no solo electoral. Como bien señala un principio rector: «Ninguna acción o consigna debe estar desconectada del interés inmediato de las masas». Sin la participación activa del pueblo, no hay transformación posible.
Hoy, como ayer, la resistencia se libra con las herramientas a nuestro alcance, impulsando una «propaganda artesanal» infatigable. Hacé lo que puedas, lo que tengas al alcance. Voluntad, voluntad, voluntad.
En este día, que nuestro compromiso sea no bajar los brazos, no dejar de pensar, no dejar de hacer. A ponerse en marcha.

Convocatoria / Carlón Pereyra Rossi (1982)
Convoco a los que todos los días se levantan y salen a yugarla por migajas que no alcanzan, a que se rebelen.
Convoco a los que todos los días vacilan en ir o no ir al templo que envejece los corazones.
Convoco a los que caminan sin rumbo en una tarde cualquiera, buscando una razón.
Convoco a los pacíficos que no están cumpliendo con su deber a pesar de sus buenas intenciones.
Convoco a los que no comen lo suficiente ni se abrigan lo necesario y tienen sed torrencial.
Convoco a los pequeños de ambiciones que dejan a los demás ambicionar más de la cuenta.
Los convoco a dar vuelta el pullóver, a pegarle al prepotente y a escupir en la cara a los que no han sido convocados.
Los convoco a romper lo que no sirve, a perpetrar los robos necesarios, y a recuperar lo perdido.
Los convoco a cagarse en el miedo y patear las puertas donde encerrados están los condenados.
Los convoco a abrir las cárceles a ventilar las tumbas y a levantar las calaveras de los hermanos heridos de muerte.
Los convoco a abrazarse en las plazas del país, a escribir los muros, y a fusilar a los fusiladores.
Los convoco a no atar nada, sino a despedazar las cadenas.
Los convoco a agitar banderas y colores y correr liberados por las calles y por los campos húmedos de rocío.
Los convoco a ser sinceros, a putear a los hijos de puta, a desobedecer al tirano, a amar sin límites y a odiar.
Y si, a ésa convocatoria por impolítica no concurre nadie, ¡Mala leche! Quedan entonces convocados al entierro de la vida del que tuvo ésta pésima idea.
Sí a ésta convocatoria vienen algunos, pero no todos los convocados, no importa, en la próxima seremos más.
Y, si a ésta convocatoria, vienen todos los convocados, la cordura habrá invadido en Revolución nuestro país para siempre.




