Gaza, genocidio y solidaridad: la Flotilla Global Sumud desafía el bloqueo

En septiembre de 2025, una Comisión Independiente de la ONU, nombrada por el Consejo de Derechos Humanos, publicó un informe que sacudió el escenario internacional: concluye que Israel ha cometido y continúa cometiendo genocidio en la Franja de Gaza, y que funcionarios de alto rango han incitado a esos actos. El documento solicita a la comunidad internacional medidas urgentes para detener esta catástrofe y llevar a los responsables ante la justicia. Este pronunciamiento se suma a las órdenes provisionales del Tribunal Internacional de Justicia (ICJ) dictadas en 2024, que exigen medidas concretas para prevenir actos de genocidio y garantizar el acceso humanitario en el territorio.

La situación humanitaria en Gaza es extrema. Agencias del Sistema de la ONU y del IPC/WFP confirmaron en agosto de 2025 la existencia de condiciones de hambruna en varias zonas, un indicador técnico que refleja muertes por inanición y desnutrición aguda. Paralelamente, se registran decenas de miles de muertos, infraestructuras colapsadas y hospitales fuera de servicio. La evidencia no deja margen para la indiferencia: miles de vidas están en riesgo y la comunidad internacional mantiene su mirada dividida.

Por qué hablamos de genocidio

Desde un marco jurídico, el genocidio se define en el Convenio para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 como actos cometidos con la intención específica de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Esto incluye matar miembros del grupo, causar daño físico o mental grave, imponer condiciones de vida calculadas para provocar la destrucción, y otras formas de violencia sistemática. La jurisprudencia del ICJ, como en el caso Bosnia vs. Serbia, subraya que la intención (dolus specialis) debe probarse junto con los actos materiales.

Las investigaciones en Gaza muestran un patrón que cumple con ambos criterios. Se documentan matanzas y bombardeos de zonas residenciales, destrucción sistemática de infraestructura civil (viviendas, hospitales, clínicas de fertilidad, redes de agua, fábricas de alimentos) y campañas que dejan a la población sin alimentos ni combustible. Informes técnicos del IPC y de otras agencias humanitarias registran la imposición deliberada de condiciones de vida que producen hambre, mientras la Comisión de la ONU y ONG como Human Rights Watch, Amnesty International y B’Tselem documentan discursos, órdenes y políticas de autoridades que, en conjunto, dan base para inferir intención genocida.

Aunque la determinación final de genocidio corresponde a tribunales internacionales, la combinación de evidencia material y contextual ha llevado a que múltiples actores concluyan que existe base razonable para hablar de genocidio en Gaza. La Fiscalía de la Corte Penal Internacional ya ha actuado sobre crímenes graves en el territorio, y el ICJ ha ordenado medidas provisionales que exigen cumplimiento inmediato.

Pruebas humanitarias en el terreno

Las condiciones de hambruna confirmadas implican muertes por inanición y altos niveles de desnutrición infantil, mientras hospitales y centros de tratamiento cierran por ataques directos o falta de combustible, agravando la mortalidad. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) y diversas ONG documentan bloqueos y denegación de acceso a convoyes de ayuda, junto con corrupción y saqueos de mecanismos de distribución. Estas evidencias muestran cómo la población civil se encuentra atrapada entre ataques, carencias y falta de protección, una situación que configura un grave riesgo para la vida de millones de personas.

El conflicto se expande

Desde el 7 de octubre de 2023, la ofensiva en Gaza reavivó y amplió conflictos en múltiples frentes. En Líbano, los intercambios con Hezbolá se intensificaron, generando miles de víctimas y desplazamientos. En Siria, Israel intensificó ataques aéreos contra objetivos vinculados a Irán y sus aliados, mientras en Yemen los hutíes lanzaron ofensivas en el Mar Rojo, desencadenando represalias y operaciones internacionales de protección de rutas marítimas. En Cisjordania, se ampliaron redadas, demolición de viviendas y violencia de colonos, aumentando desplazamientos y detenciones masivas. Incluso en Irak y otros países se registraron ataques a milicias vinculadas a Irán, proyectando la guerra en un plano regional más amplio.

Reacciones internacionales

Los posicionamientos globales reflejan la división internacional sobre el conflicto. La ONU y su Secretaría de Derechos Humanos han denunciado la gravedad de la crisis humanitaria y, con la Comisión de Investigación de 2025, han declarado la existencia de motivos razonables para afirmar genocidio. El ICJ mantiene medidas provisionales que exigen su cumplimiento, y la Fiscalía de la CPI ha emitido órdenes y diligencias procesales sobre líderes israelíes y de Hamas.

Entre los países, mientras Estados Unidos ha protegido diplomáticamente a Israel mediante vetos en el Consejo de Seguridad, otros estados y organizaciones europeas y árabes exigen el cese inmediato de hostilidades y acciones punitivas. ONG y académicos, entre ellos Human Rights Watch, Amnesty, B’Tselem y la International Association of Genocide Scholars, avalan la calificación de genocidio o señalan que hay base razonable para esa afirmación.

Demandas humanitarias urgentes

Frente a esta situación, las principales exigencias de organismos humanitarios y de derechos humanos incluyen:

  • Cese inmediato de hostilidades y establecimiento de un alto el fuego efectivo.
  • Acceso sin trabas a ayuda humanitaria: alimentos, combustible, medicinas y corredores seguros para evacuación y atención médica.
  • Protección de civiles, hospitales y personal humanitario, con medidas concretas para evitar ataques a la infraestructura civil.
  • Investigaciones internacionales independientes, respeto al mandato de la CPI e ICJ y rendición de cuentas de los presuntos responsables.
  • Activación por parte de los Estados signatarios de la Convención de Genocidio de mecanismos diplomáticos y legales para prevenir nuevos abusos.

La Flotilla Global Sumud: solidaridad en acción

En este contexto de silencio y bloqueos, la flotilla global Sumud emerge como un gesto colectivo de resistencia y acompañamiento. Bajo el lema “When the World Stays Silent, We Set Sail” (“Cuando el mundo guarda silencio, nosotros zarpamos”), este movimiento civil busca romper el asedio sobre Gaza, abrir una vía humanitaria por mar y visibilizar la gravedad de la situación.

La palabra sumud, en árabe, significa “resiliencia” o “firmeza frente a la adversidad”, y la flotilla la traduce en acción: persistir cuando el silencio domina. Surge de la convergencia de la Maghreb Sumud Flotilla, la Freedom Flotilla Coalition y el Global Movement to Gaza, junto a otros colectivos internacionales que coordinan delegaciones desde diversos continentes.

La flotilla agrupa embarcaciones, principalmente pequeñas y medianas, que zarpan desde distintos puertos con la meta de llegar frente a Gaza. Cada barco representa una comunidad solidaria, dispuesta a desafiar la normalización del bloqueo. Este verano, decenas de barcos de 39 países participarán en la operación más ambiciosa hasta la fecha, con equipos logísticos, legales, de comunicación y delegaciones de apoyo que buscan no solo transportar ayuda material, sino también proyectar un acto simbólico de resistencia.

La elección del mar no es casual: por tierra, el acceso a Gaza está controlado, bloqueado y sujeto a riesgos de intervención militar. El mar ofrece un canal directo para romper el cerco y generar visibilidad internacional sobre la crisis.

Riesgos y desafíos

Cualquier flotilla enfrenta riesgos considerables: bloqueos, ataques y represalias. Sumud reconoce estos peligros, pero sostiene que el riesgo de la pasividad es mayor que el de actuar. Para mitigarlos, los participantes reciben capacitación en no violencia, entrenamiento marítimo, filtros legales y preparación de contingencias, apoyándose en la visibilidad mediática internacional como protección.

El modelo logístico descentralizado, con múltiples barcos pequeños, dificulta la neutralización y permite mayor presencia en la zona. Legalmente, la flotilla se ampara en el derecho internacional: los bloqueos constituyen castigo colectivo prohibido por las Convenciones de Ginebra, y los barcos civiles con ayuda humanitaria en aguas internacionales gozan de protección jurídica.

Solidaridad global

Sumud no solo moviliza embarcaciones; integra médicos, humanitarios, artistas, juristas, activistas de derechos humanos y organizaciones de base de distintos continentes. Funciona como un puente simbólico entre luchas locales y causas globales, reforzando redes de solidaridad Sur-Sur, como el proyecto Sumud Nusantara con delegaciones de Malasia y otros países asiáticos.

La acción no se limita a la protesta simbólica: confronta físicamente el bloqueo, politiza la acción ciudadana y genera presión diplomática y mediática para que ningún gobierno pueda alegar desconocimiento de la situación.

Reflexión final

La evidencia material —miles de muertos, infraestructura civil destruida, bloqueo que genera hambruna— junto con la evidencia contextual —discursos y políticas que sugieren intención genocida— ha llevado a múltiples actores a concluir que existen motivos serios para hablar de genocidio en Gaza. Frente a ello, la única respuesta coherente desde la ética humanitaria es el cese inmediato de la guerra, acceso irrestricto a la ayuda, protección de civiles y sometimiento de los presuntos responsables a procesos penales independientes.

La Flotilla Global Sumud se mueve entre lo táctico y lo simbólico, entre la ética y la acción directa, demostrando que la solidaridad internacional no puede limitarse al discurso. Su destino no es solo un muelle en Gaza: es la visibilidad, el cuestionamiento de la impunidad y la afirmación de que, incluso en silencio global, hay quien se embarca para romper el cerco.

Sumud invita a repensar la solidaridad: no como gesto lejano, sino como convergencia colectiva que se arriesga; no como discurso, sino como acción que entra en los territorios donde se libra la opresión. En tiempos de genocidio, la navegación se convierte en un acto político y humanitario, una forma de decir que ninguna población debería ser condenada al silencio, al hambre o a la invisibilidad.

Buenos Aires, 12 de octubre de 2025

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