Retenciones, dólar y votos
El anuncio de Javier Milei sobre la rebaja de retenciones a las exportaciones de granos llegó con toda la fanfarria mediática, pero esconde una trampa: el gobierno retrotrae la situación al 30 de junio. No hay innovación, ni audacia. Hay urgencia de dólares y probablemente también urgencia de votos en el interior bonaerense, donde las encuestas empiezan a reflejar un malestar profundo en la base electoral libertaria.
Desde lo fiscal, la medida implica una transferencia de ingresos directa a los grandes grupos exportadores. El equipo de economistas de El Mate estimó que el complejo sojero se beneficiará con 1.260 millones de dólares al año, mientras el resto (maíz, trigo, cebada) representa cifras marginales. Pero no hay magia: esa plata sale de algún lado. En este caso, de los recortes brutales al gasto público, con los jubilados como el blanco más castigado: perdieron 15 billones de pesos desde diciembre, 3 billones solo en lo que va de 2025. A eso se suman ajustes a estatales, universidades, programas sociales y provincias. El gobierno suele preguntar “de dónde sale la guita” para un subsidio, pero no explica de dónde saca 1.260 millones para los exportadores.
¿Y los productores? Siguen en rojo. Un productor alejado del puerto y en campo alquilado tiene, según cálculos de Néstor Roulet, márgenes negativos incluso con la rebaja. El verdadero beneficiario es el puñado de gigantes multinacionales que domina el comercio granario: Cargill, Cofco, Bunge, LDC, Viterra. Lo que se presenta como una medida para “el campo” es en realidad una entrega al capital transnacional.
Además, la rebaja de retenciones empujará los precios internos de alimentos, al aumentar la rentabilidad de exportar. Como siempre, el consumidor argentino paga la diferencia. En el supermercado, la inflación sigue golpeando, mientras en los barrios cerrados aumentan las ventas de autos de alta gama. La desigualdad entre las “dos Argentinas” se ahonda: la de la tarjeta en cuotas para comprar fideos, y la del viaje a Europa con tarjeta black. Todo esto, mientras el gobierno bajó impuestos a los autos de lujo y a la riqueza, y aumentó el monotributo. Una reforma fiscal regresiva, implementada por decreto.
La fuga de divisas profundiza esta tendencia. Desde el giro de 12.000 millones del FMI en abril, ya se evaporó el 77%. Se fueron en atesoramiento, viajes y gastos con tarjeta. Las ventas en supermercados están estancadas, pero los patentamientos, escrituras y compras en dólares se dispararon. La política monetaria y fiscal del gobierno sostiene los consumos de las clases medias-altas, no la demanda popular.
Incluso entre los propios votantes libertarios crece el desencanto: el 39% dice que ya no llega a fin de mes, según Zubán Córdoba. Un dato que debería encender alarmas en Balcarce 50.
“Sí hay plata” (pero no para todos)
Mientras se vetan leyes que beneficiarían a jubilados y personas con discapacidad bajo el argumento de que “no hay plata”, el Ejecutivo dispone rebajas fiscales permanentes para sectores agroexportadores. Las cifras son elocuentes:
- Carne vacuna y aviar: de 6,75% a 5%
- Maíz y sorgo: de 12% a 9,5%
- Girasol: de 7,5% a 5,5% y 4%
- Soja en grano: de 33% a 26%
- Subproductos de soja: de 31% a 24,5%
En conjunto, esta rebaja representa un sacrificio fiscal estimado entre el 0,2% y el 0,3% del PBI. Equivale, por ejemplo, al costo del aumento jubilatorio del 7,2% aprobado por el Congreso y que el presidente Milei prometió vetar (0,2% del PBI para 2025, 0,4% si se anualiza). También es comparable al bono para jubilados (0,38% del PBI) o a la declaración de emergencia para personas con discapacidad (0,22%). En otras palabras, el Estado sí elige gastar, pero no en quienes más lo necesitan.
¿Quiénes ganan con la baja de retenciones?
Desde el interior agropecuario no se percibe un entusiasmo generalizado. Productores alejados de los puertos y que trabajan en campos arrendados siguen enfrentando márgenes negativos, incluso con la retención del 26% para la soja. No hay condiciones para una siembra masiva, ni el cambio de escenario fiscal modifica sustancialmente las ecuaciones productivas. En cambio, los grandes exportadores multinacionales —Cargill, Bunge, Cofco, Viterra, Louis Dreyfus— son quienes capitalizan las mejoras en los márgenes de comercialización.
Como ha señalado un autor con conocimiento del sector, el modelo económico vigente es abiertamente antiproductivo: ni incentiva la producción en el interior ni fortalece la industria local. Se trata de un esquema de valorización financiera de las exportaciones antes que un impulso a la economía real.
Ajustes regresivos y redistribución al revés
El recorte en las retenciones se financia, de hecho, con los ajustes más crudos aplicados por el gobierno nacional en lo que va del año:
- Jubilaciones: se perdieron más de 15 billones de pesos, de los cuales 3 billones corresponden solo a 2025.
- Empleo estatal: se recortaron 2,3 billones este año (6,3 billones acumulados).
- Universidades públicas: la asfixia presupuestaria ronda el billón de pesos.
- Programas sociales: recortes por 10 billones.
- Transferencias a provincias: pérdidas por 4,5 billones.
Lo que se le niega a quienes están debajo se transfiere, explícita o implícitamente, a quienes están arriba. La desigualdad es, en este modelo, una herramienta deliberada.
Impacto en precios internos: alimentos más caros para todos
La baja de retenciones también tiene un efecto directo sobre los precios de los alimentos. Al mejorar la rentabilidad de exportación, se encarece el precio interno de los bienes agrícolas, ya que el productor busca siempre el mejor precio posible —y ese suele estar en el mercado internacional. Como resultado, los alimentos que contienen derivados de soja, trigo o maíz —es decir, casi todos los productos de góndola— tenderán a subir. En este esquema, el consumidor argentino subsidia con su dieta la ganancia de los exportadores.
Este fenómeno acentúa lo que desde Viento Sur venimos llamando la fractura entre dos Argentinas: una mayoría precarizada y empobrecida que ve aumentar el precio del pan, la carne y el aceite, y una minoría dolarizada que sigue comprando vehículos premium y viajando al exterior.
Fuga de capitales: dólares para consumo de elite
El ciclo de fuga se intensificó con la llegada de los 12 mil millones de dólares del FMI. Entre mediados de abril y fines de junio, casi el 85% de esos fondos ya se había evaporado:
- Junio mostró un récord de 1 millón de personas comprando dólares.
- En el mes, se fueron 5.100 millones de dólares por atesoramiento y gastos con tarjeta en el exterior.
- En total, desde abril la salida alcanza 10 mil millones de dólares.
Estos dólares no se destinaron a infraestructura, salud o educación, sino a sostener el consumo privado en moneda extranjera de sectores medios y altos. En contraste, las ventas en supermercados siguen hundidas, y los indicadores de consumo básico caen mes a mes. Pero mientras la tarjeta vuela en Miami, la heladera en La Matanza está vacía.
Tasa alta, recesión profunda y la paz de los cementerios
La suba de tasas de interés decidida por el Ministerio de Economía, bajo la conducción de Luis Caputo, es una pieza central de la arquitectura financiera del actual modelo económico. Se trata de una medida con claros beneficiarios y víctimas: beneficia al capital especulativo que apuesta a la bicicleta financiera, mientras golpea a la producción, el trabajo y el consumo interno. Es el reflejo de un Estado que no incentiva el desarrollo, sino que premia la fuga y la especulación.
Tasas altas para frenar al dólar (¿y al país?)
El gobierno aumentó fuertemente las tasas de interés con el objetivo explícito de sacar pesos de circulación: cuanto menos pesos haya, menos presión hay sobre la cotización del dólar. La lógica es clara: si los inversores pueden obtener rendimientos en pesos (incluso superiores a la inflación), se desincentiva la compra de dólares y, con ello, se evita una devaluación abrupta.
Pero esta estrategia tiene un costo altísimo. Por un lado, el Estado paga intereses muy por encima de la inflación para retener fondos en letras del Tesoro, lo cual representa un gasto creciente y regresivo. Por otro lado, al absorber pesos, se restringe el crédito a la producción, se seca la plaza y se profundiza la recesión en casi todos los sectores de la economía real.
¿Quién gana con este modelo?
El esquema de tasas altas no está diseñado para la producción, sino para los inversores financieros más sofisticados: aquellos que pueden calcular rendimientos, arbitrar entre activos y salir a tiempo. Son los «bicicleteros» que se enriquecen con un interés mensual que duplica la inflación mientras la economía productiva se hunde.
Este modelo es “antiproductivo”: no favorece la inversión en fábricas, ni en infraestructura, ni en innovación. Es un modelo que premia la espera rentista, no el trabajo ni el riesgo empresario. En el mismo gesto con que impide una corrida cambiaria inmediata, construye una bomba de tiempo que terminará explotando sobre los sectores populares.
Fuga de divisas y déjà vu macrista
La suba de tasas se complementa con la entrada de dólares del FMI y de los agroexportadores. Pero esos dólares no están fortaleciendo reservas, sino alimentando la fuga:
- En junio se fugaron 5.100 millones de dólares entre compras para atesoramiento y consumos con tarjeta en el exterior.
- Desde abril, la salida de divisas suma cerca de 10 mil millones, casi todo el anticipo recibido del FMI.
- Las liquidaciones del campo, en lugar de reforzar el BCRA, fueron compradas por los sectores de mayor poder adquisitivo.
Este esquema recuerda peligrosamente al ciclo de endeudamiento-fuga-vaciamiento de reservas que vivió el país entre 2016 y 2018. En aquel entonces, el dólar terminó triplicando su valor pese al auxilio del FMI. Todo indica que podríamos estar repitiendo el camino hacia una nueva crisis de balanza de pagos.
La recesión como herramienta de control
La contracara del éxito transitorio en contener el dólar es una recesión profunda y generalizada. Sectores clave como el comercio, la industria y la construcción están paralizados:
- En Villa Constitución, Acindar suspendió a 600 trabajadores por caída en la demanda de acero.
- La producción de acero cayó 8,6% en junio respecto a mayo.
- Sectores como línea blanca, envases, tambores y electrodomésticos ven desplomarse la demanda, mientras crecen las importaciones y se encarece el financiamiento.
- El empleo formal tambalea: muchas empresas ya evalúan ajustes estructurales de personal.
Aunque ciertos sectores vinculados a la extracción primaria (minería, hidrocarburos, proteína vegetal) muestran actividad, son islotes de crecimiento en un mar de recesión. La economía real —la que emplea, produce y consume en pesos— está estrangulada por la falta de crédito y por el derrumbe del poder adquisitivo.
Precios congelados a fuerza de hambre
En julio, el dólar subió entre 7% y 8%, pero ese salto no se trasladó de inmediato a los precios. ¿La razón? No fue por una política antiinflacionaria eficaz, sino por el efecto disciplinador de la recesión. Los márgenes empresarios están tan ajustados, y el consumo tan deprimido, que no hay espacio para subir precios sin perder ventas. Lo que frena la inflación hoy no es una estrategia, sino el colapso del mercado interno.
Como alerta el análisis, una recesión que “enfría” la economía para frenar los precios es una paz de cementerios. No hay consumo, no hay empleo, no hay producción: solo hay caída, resignación y silenciamiento.
La trampa de la deuda en pesos
El esquema de la bicicleta financiera tiene un efecto adicional: multiplica los vencimientos de deuda en pesos del Tesoro. Estos vencimientos, si no se renuevan, pueden liberar enormes cantidades de dinero que irían directamente al dólar, desatando una corrida. Esta situación genera una inestabilidad estructural: se necesita mantener altas tasas para evitar la fuga, pero eso mismo asfixia la economía y complica la sostenibilidad del Estado.
Estamos ante un ciclo de dependencia creciente de tasas altas y deuda interna: un modelo que se muerde la cola y que ya ha mostrado sus límites en experiencias anteriores.
Un modelo que resiste solo hasta las elecciones
Todo el dispositivo económico parece montado con un objetivo político de corto plazo: llegar a las elecciones sin un estallido inflacionario ni una devaluación brusca. En ese sentido, se prioriza la estabilidad nominal artificial sobre la estabilidad social real. No importa si se quiebran pymes, se suspenden trabajadores o se dispara el desempleo: lo esencial, para el gobierno, es que el dólar no explote antes del calendario electoral.
Pero este tipo de estabilización, lograda sobre la base de la recesión y la represión del consumo, no es sostenible. La bomba no desaparece: se patea para adelante. Y mientras tanto, el costo lo paga el pueblo argentino con hambre, desempleo y desindustrialización.
FMI, motosierra y el costo invisible de la obediencia
El gobierno de Javier Milei no gobierna solo. Lo hace bajo la tutela directa del Fondo Monetario Internacional, cuyos condicionamientos se hacen cada vez más explícitos en la agenda económica y social del país. La motosierra no es solo un símbolo interno: es un mandato externo, ejecutado con precisión quirúrgica sobre los sectores más vulnerables de la sociedad. Lo que está en juego no es solo un modelo de ajuste: es la soberanía política y económica de la Argentina.
El nuevo pacto con el FMI: motosierra planificada
El FMI publicó en julio su informe técnico con las condiciones para continuar enviando fondos al gobierno argentino. Lejos de ser una ayuda desinteresada, se trata de un acuerdo de sumisión que condiciona las políticas públicas a los objetivos de equilibrio fiscal, reducción del gasto social y liberalización plena de los precios.
Entre los ejes más graves, se destacan:
Reforma previsional para diciembre de 2026
- El FMI exige una nueva reforma del sistema jubilatorio, que debe estar aprobada y en funcionamiento en diciembre de 2026.
- Su objetivo: “resistir las iniciativas de gasto no financiadas”, como el reciente aumento votado por el Congreso (7,2%) y vetado por Milei.
- Se busca evitar lo que el Fondo llama «devolución de lo choreado», en alusión al empalme de fórmulas previsionales anteriores, con una retórica ofensiva y patronal que desconoce derechos adquiridos.
Ajuste en los programas sociales
- Aunque el FMI tolera que la AUH mantenga su poder adquisitivo, exige reducir la cantidad de beneficiarios, endureciendo controles y cruzando bases de datos.
- La lógica es clara: disminuir el universo de personas asistidas, bajo la excusa de eficiencia, pero con el resultado de mayor exclusión.
- Se habla de evitar “superposiciones”, pero se trata de licuar el tejido de contención social que amortigua la miseria creciente.
Aumento brutal de tarifas
- El FMI demanda una suba mensual de tarifas eléctricas desde junio, que debe superar a la inflación durante 30 meses consecutivos.
- El objetivo: que el Estado deje de subsidiar la energía y los usuarios paguen el 100% de la tarifa.
- Esta política implica un tarifazo continuo hasta 2027, con efectos devastadores sobre hogares, pymes, cooperativas y economías regionales.
Sacrificio post-electoral: la trampa del silencio
El programa del Fondo fue diseñado para estallar después de las elecciones de octubre. Hasta entonces, se mantiene una tregua artificial: tasas altas, dólar planchado, control de precios, cierto goteo de gasto selectivo. Pero todo indica que después vendrá el verdadero ajuste: una combinación de recortes, tarifazos y eventual devaluación que ya está descontada por el mercado.
Esta estrategia no es nueva: repite el modelo menemista, que cambió inflación por desempleo, estabilidad por exclusión, y endeudamiento por desindustrialización. Pero hay una diferencia clave: Argentina hoy está más empobrecida y más endeudada que entonces. El margen para estabilizar rifando activos y recursos es cada vez más chico.
La motosierra como instrumento imperial
El Fondo no actúa solo. Su agenda está alineada con los intereses estratégicos de Estados Unidos, que busca ordenar la región bajo su liderazgo en un contexto de disputa global. La llegada del nuevo embajador norteamericano, Peter Lamelas, no es casual: se trata de un operador político de línea dura que, según se filtró, afirmó que «irán provincia por provincia a convertir en títeres a los gobernadores».
Este mensaje encierra una amenaza directa a la autonomía federal y muestra que el ajuste no es solo económico: es también político y territorial. En ese marco, muchos gobernadores comienzan a resistir el avance de una motosierra que destruye la industria, el empleo y las bases de la gobernabilidad local.
Estabilidad precaria, democracia erosionada
El acuerdo con el FMI no se limita a números. Implica una reconfiguración del rol del Estado: menos presencia, menos derechos, menos inversión pública. Se impone la idea de que el único gasto legítimo es el que beneficia al capital, mientras que el gasto social es visto como un obstáculo. Es una lógica de ajuste estructural, no coyuntural.
La estabilidad que se persigue —control del dólar, baja de inflación, cuentas fiscales ordenadas— se construye sobre la demolición de derechos. Como en los ’90, se cambia gobernabilidad por exclusión, con una diferencia clave: hoy los niveles de organización popular y de resistencia social son más amplios y diversos.
El dólar a 1380, los papeles quemados y el humo del relato oficial
El dólar rompió todos los techos psicológicos y llegó a los 1380 pesos, su valor más alto en lo que va del año. Lejos de ser un fenómeno aislado, esta escalada refleja el agotamiento de las herramientas del gobierno y el fracaso de su política cambiaria. Pero también expone el cinismo del discurso oficial: mientras la economía se incendia, Milei y Caputo reparten culpas y reescriben las reglas del juego para que siempre parezca que tienen razón.
Un dólar por las nubes y sin freno
La disparada del dólar no fue producto de ninguna tormenta externa, ni de una conspiración opositora, ni de un hecho extraordinario. Fue el resultado directo de la pérdida de confianza en el rumbo económico, el debilitamiento de las reservas del Banco Central y la política deliberada de desregulación cambiaria.
- 1380 pesos por dólar es una cifra que marca una corrida, aunque el gobierno se niegue a nombrarla.
- El Banco Central no pudo reforzar reservas en el trimestre de mayor liquidación del agro, lo que deja al descubierto la fragilidad del esquema de flotación “libre”.
- Se teme lo que ocurra cuando la moneda estadounidense toque el techo de la banda y el gobierno deba intervenir vendiendo dólares que no tiene.
El relato Milei-Caputo: entre la novela y la negación
Frente a esta corrida, el gobierno intentó instalar versiones paralelas para evitar asumir responsabilidad. Pero sus argumentos hacen agua por todos lados.
Milei culpa al Congreso
- El presidente aseguró que la corrida fue desatada por una “sesión ilegal” del Congreso donde se aprobó un aumento a jubilados del 7,2%.
- Dijo que esto “rompía el equilibrio fiscal” y que generó una “caída en la demanda de dinero”.
- Esta versión es una excusa exagerada, que ignora la presión social detrás de esa votación y busca criminalizar la institucionalidad cuando no le conviene.
Caputo y el “riesgo Kuka”
- El ministro retomó el viejo latiguillo del “riesgo kirchnerista”, planteando que los mercados temen el regreso del populismo.
- Pero esto choca con los datos actuales: Cristina Kirchner está fuera del escenario, el peronismo está dividido, y la suba del dólar se produjo en un contexto de escasa oposición real.
- Es un argumento que desnuda el vacío de ideas: se culpa a un fantasma para evitar explicar el fracaso del presente.
Contradicciones que derrumban el relato
Mientras el gobierno grita “equilibrio fiscal” para vetar aumentos a los jubilados, rebaja retenciones a los grandes exportadores de soja, en una transferencia de recursos que supera el costo fiscal de lo vetado. Es la confirmación de una escala de prioridades profundamente regresiva, donde los sectores más poderosos son premiados y los más débiles, castigados.
Además, Caputo y Milei prometieron un dólar a 700 pesos, que “se caería como un piano”. Hoy se justifican diciendo que el tipo de cambio “flota”. Pero no es flotación: es un globo sin ancla, sostenido a fuerza de tasas altas y ajustes eternos.
Medidas desesperadas y consecuencias previsibles
Para intentar frenar la corrida, el gobierno lanzó una suba de tasas de interés y de encajes bancarios. El resultado:
- Menos crédito para pymes y consumidores.
- Más recesión, más desempleo, menos circulación de dinero.
- Se repite la escena de 2018, cuando Caputo “quemó los papeles” y dejó una economía en ruinas.
Al mismo tiempo, se abrió el cepo a personas físicas, permitiendo compras de dólares para ahorro y viajes. Esto aceleró la fuga de divisas, transformando las reservas en turismo y atesoramiento para los sectores más ricos. La historia repite el drama de 2018, cuando los dólares del FMI se fugaron y se transformaron en deuda.
La banda floja y el final previsible
El gobierno insiste con la idea de una banda de flotación, pero sin reservas suficientes, no hay defensa posible del tipo de cambio. El FMI no autorizará al Banco Central a vender dólares del préstamo para contener la cotización. En ese escenario, el margen de maniobra es mínimo.
- Si Caputo no encuentra dólares frescos ni logra renovar la confianza, es probable que el mercado imponga un salto cambiario abrupto.
Soberanía Nuclear en jaque: entre la desinversión y la injerencia
La política nuclear argentina, históricamente un símbolo de soberanía científica y tecnológica, está siendo desmontada. Y no por razones técnicas ni presupuestarias, sino por decisión geopolítica.
El caso más claro es el de Atucha 3, proyecto acordado con China en 2022 para construir un reactor de 1.200 MW con tecnología Hualong. Milei y su asesor Demian Reidel lo cancelaron sin reparos. No solo se perdió una obra estratégica; se mandó un mensaje de alineamiento total con los intereses estadounidenses.
Pero lo más alarmante es lo que ocurrió con el CAREM, el reactor modular de tecnología nacional, con más del 85% de su obra civil completada. Aunque inicialmente se recortaron fondos y se despidió personal, en 2024 el proyecto fue directamente paralizado. No hay justificación técnica. Hay, sí, una presión internacional evidente: Estados Unidos planea lanzar su propio SMR (reactor modular pequeño) en 2029, y Argentina podía tener el suyo en 2026. La competencia era incómoda para Washington.
La funcionaria Ann Ganser, enviada por el gobierno de Biden, lo dijo con claridad: venía a desarmar, no a construir. Y la llegada de Peter Lamelas, nuevo embajador de Trump en Argentina, refuerza esa línea. En el Senado norteamericano declaró que su misión será recorrer las provincias argentinas, “desterrar la corrupción” (léase: los contratos con China) y monitorear al peronismo. Una función más propia de un virrey que de un diplomático.
La supuesta alternativa al CAREM es un nuevo proyecto, el ACR300, promovido por Reidel y desarrollado por una firma de Delaware, donde INVAP tiene una participación del 40% a través de una subsidiaria. Un diseño diferente, con proyecciones grandilocuentes: “cuatro reactores en cinco años, generando 1.21 GW”, con guiños cinematográficos a Volver al Futuro. Pero detrás del relato futurista hay una entrega de soberanía en curso. El talento argentino y los recursos públicos se colocan al servicio de un esquema controlado desde Estados Unidos.
La elección en la Provincia de Buenos Aires
A menos de dos meses de las elecciones provinciales, el escenario en Buenos Aires está empantanado para el oficialismo. La Libertad Avanza llega con un armado frágil, sin candidatos de peso, con fuerte rechazo en los principales distritos del conurbano y sin una estrategia clara de territorialidad. Por el contrario, el peronismo, aunque golpeado, sigue teniendo anclaje social y capacidad de movilización, sumados a la referencia de Axel que muestra en los hechos que otro país es distinto. Van a ser unas elecciones chivas, con demasiado poder en contra, pero vamos a ponerle el pecho como tantas otras veces, porque la patria lo reclama.
Tercera Sección Electoral: el corazón popular que Milei no puede conquistar
La Tercera representa un tercio del electorado bonaerense y es la sección más castigada por el ajuste. Allí se asienta el mayor caudal electoral del peronismo y también los niveles más altos de rechazo al modelo libertario.
- Se proyecta que La Libertad Avanza perdería por varios puntos frente al peronismo. Algunos calculan entre 15 y 20%, pero mejor ser precavidos, ya nos hemos llevado disgustos en este sentido.
- El escenario más probable es que Verónica Magario, candidata en esa sección, gane por un buen margen, porque su oponente Maximiliano Bondarenko no tiene mayor estructura o reconocimiento. Siendo un ex-comisario la seguridad será sin dudas un eje de campaña, pero Axel tiene mucho que mostrar en ese sentido, a pesar de lo compleja que es la situación estructural. Por otro lado, habrá que seguir de cerca la operación de golpe institucional en la policía bonaerense y cómo funcionen los vínculos con Patricia Bullrich y el PRO residual en la sección.
- El malestar social y la caída en las condiciones de vida refuerzan la distancia entre los sectores populares y la propuesta ultraliberal.
Primera Sección: paridad y territorio en disputa
La Primera Sección también representa otro tercio aproximado del padrón bonaerense, pero con una composición más heterogénea.
- Se anticipa un resultado parejo, con pequeñas diferencias entre las principales fuerzas. El rol que juega Zamora, por venir del peronismo, puede servir para limar bases de Fuerza Patria, jugando esto a favor del oficialismo nacional.
- El desafío para el peronismo es movilizar a la militancia y disputar el voto desencantado, mientras que La Libertad Avanza depende del voto volátil y del humor mediático, sin una presencia consistente en el territorio.
El interior bonaerense: la cosa viene peleada cabeza a cabeza
Las otras seis secciones (de la Cuarta a la Octava) concentran alrededor del 34% del padrón. Cada sección es un mundo. En la Segunda Sección, que concentra cerca del 5% del electorado, la presencia de los hermanos Passaglia fragmenta el voto antikirchnerista y complica las chances de La Libertad Avanza de imponerse. Una situación similar se da en la Cuarta (4% del padrón), donde la postulación del intendente de Junín, Pablo Petrecca, fuera del acuerdo LLA-PRO, también debilita al oficialismo. No obstante, el frente violeta logra compensar en la Quinta y la Sexta (10% y 5% respectivamente), donde parece tener una ventaja. Por su parte, la Séptima (2%) y la Octava (4%) se presentan como distritos de disputa pareja entre ambos espacios.
Un armado de emergencia y sin cuadros
Lo que más llama la atención incluso entre analistas oficialistas es el pobre armado de candidaturas de LLA en la provincia:
- Candidatos desconocidos o sin peso político real.
- Figuras que no expresan liderazgo ni arrastre territorial.
- Una estrategia que parece improvisada: “fondo de la olla de la libertad”, como lo describe con crudeza un dirigente local.
Mientras tanto, desde el peronismo —aún con contradicciones internas y limitaciones— logramos presentar caras conocidas, con inserción social y capacidad de convocatoria, al menos en los principales distritos.
Más allá del mapa electoral: una sociedad que se desengancha
Al margen de los números, lo que atraviesa esta elección es una crisis de representación más profunda:
- La gente vive peor.
- Hay un desenganche emocional y simbólico de la política.
- La democracia ya no aparece como una vía posible de solución, sino como una promesa frustrada.
Esto afecta a todas las fuerzas políticas, pero golpea especialmente a un oficialismo que prometió dinamitar la casta y terminó gobernando con ella. En ese vacío, la militancia puede ser decisiva: para reconstruir el vínculo, dar sentido a la política y movilizar a quienes ya no creen.



